La cultura japonesa posee excesivos avances tecnológicos; es por ello que los japoneses han llegado al nivel de hacer de la “familia” un negocio nacional.
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En 2009, Yuichi Ishii, un japonés de 38 años, creó la compañía “Family Romance”, la cual ofrece servicios de alquiler de actores que se hacen pasar por cualquier miembro familiar, desde primos, hermanos, padres o hasta una pareja sentimental. Participando en actividades como pasar tiempo con un niño sin padre o solo asistir a una fiesta familiar.
Su sede en Tokyo es la encargada de organizar y encontrar al sustituto perfecto que más se podrá familiarizar con el cliente por medio de entrevistas y distintos requisitos, como su aspecto físico, edad, entre otros.
En promedio, un actor pasa cuatro horas distribuidas en dos días de la semana en su papel asignado.
Su creador argumenta que el objetivo de crear esta necesidad consumista se basa en fomentar el amor fraternal y erradicar la depresión que provoca la carencia de este en la población, así como prevenir el suicidio para poder apoyar también la prevención del suicidio. También narra que la idea surgió a partir de una plática con una amiga, quien tuvo problemas para la admisión escolar de su hijo por ser madre soltera e Ishii ideó el plan de fingir que él era el padre del niño como favor a su amiga.
En el año 2019 se estrenó en cines el filme “Family Romance, ILC”, el cual fue dirigido por Werner Herzog y protagonizado por el mismo Yuichi Ishii (creador de la empresa). En este se narra la historia de cómo surge la idea de este negocio acompañado de una historia conmovedora.
¿Por qué funciona en Japón y en otros países no?
Según distintos empresarios dueños de grandes empresas alrededor del mundo, esta iniciativa solo puede funcionar en Japón debido a sus creencias y costumbres, pues los japoneses suelen padecer el fenómeno “hikikomori”, que son personas que sienten presión por parte del mundo exterior y padecen fobia social. Los japoneses no suelen admitir la gran importancia que le dan a la familia que exhiben la opinión pública.
Otro factor que puede influir ampliamente es la economía del país, pues al tener grandes ingresos salariales el pagar un alquiler no significa mucho para ellos, ignorando que su propio consumismo los ha obligado a comprar su felicidad misma.
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