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Waxak Chuwen, Wajxaqib B’atz, Ocho Alfarero, Ocho Saraguato | Ajkunom

Pintura de Kantun

El día 15 de marzo, en el calendario maya usado por algunos pueblos, fue Waxak Chuwen, Wajxaqib B’atz, Ocho Alfarero, Ocho Saraguato. Tal fecha fue el día de escribanos, escritores, pintores, alfareros, artistas, guardianes del arte, del tiempo, las tradiciones y contadores de los días.

    Para tratar este tema no quiero ofrecer una mirada antropológica de lo que significa este día en tanto celebraciones y rituales de los pueblos que lo celebran, sino hacer una reflexión de las artes mayas y cómo estas viven hoy.

    En los pueblos mayas (o mayenses), la educación y transmisión de los conocimientos durante mucho tiempo ha sido de forma oral (y por ello se festeja con normalidad, la oralidad de estas comunidades), como los propios Ajq’ij lo realizan, pues no suelen dar información escrita, sino enseñar de forma oral. La ausencia de la escritura no fue algo general en la historia de los pueblos mayas. 

     Es sabido que, antes de la llegada y conquista de los hispanos a territorio maya a finales del siglo XV e inicios del XVI, los pueblos mayenses practicaban varias formas de expresión escrita. A saber, la pintura, escritura, contabilidad -en el sentido mesoamericano-; en formatos como vasijas, comales, huesos, papel, piedra, entre otros. Algunos investigadores sugieren que muchos de los escritos tenían una función educativa, así como de una suerte de guion teatral, además de ser una gran herramienta para el registro histórico y religioso.

    Muchas fueron las razones del abandono o “destrucción” de las artes por parte de los pueblos mayas, la mayoría razones violentas de la conquista y colonización. Cada pueblo sufrió y pudo adaptarse de formas muy distintas a los ambientes adversos que eso supuso. Ahí donde algún instrumento musical se preservó, a su vez, se perdió otro; así mismo, donde una comunidad conservó lo que otra comunidad no pudo, perdió lo que otra comunidad sí pudo conservar. 
    
     No puedo afirmar que todo se conservó de forma desperdigada entre los pueblos y que sólo faltaría recoger los elementos faltantes para “recuperar lo perdido”, pues muchas de estas comunidades eran distintas entre sí; por lo que no se puede hablar que eran totalmente iguales y con la potencialidad de conservar lo mismo. Además que es muy seguro que hubieron elementos perdidos en su totalidad, pues era una particularidad de tal o cual comunidad.

    La escritura fue uno de esos aspectos perdidos de forma generalizada entre los mayenses. Sin ahondar demasiado en cómo la escritura maya fue un sistema inventado por otros pueblos y adaptado por ellos para comunicarse, cómo su abandono se debió a una erradicación sistemática que sigue vigente, así en cómo su desciframiento fue un hecho casi fortuito; quiero poner lo anterior en cuestión: ¿La escritura fue uno de esos aspectos perdidos de forma generalizada entre los mayas?

    Quizá podamos darnos el tiempo de reflexionar sobre cómo se entiende lo que normalmente se traduce como escritura: Tz’ib. Y si es un término únicamente aplicable a la escritura o también a aspectos como la pintura y otras formas artísticas. Pero tal reflexión será en otra ocasión. De momento pongamos que la representación de un idioma no necesariamente depende de la creación o adaptación de un sistema de escritura, sino de que exista alguna donde tal idioma sea representado.


¿Hay libros en Lenguas Originarias en las Bibliotecas del mundo?

Es verdad que el sistema utilizado en la prehispanidad de los pueblos mayas normalmente recibe el nombre de “Escritura maya”, aunque no fuera ideado por ellos (aunque sí adaptado) y tampoco ha sido el único sistema gráfico con el cual las diferentes lenguas mayas han sido escritas. ¿Cuándo hablamos de “escritura maya” debemos hablar de un sistema gráfico en específico (la prehispánica) o del hecho que las lenguas mayas han tenido una representación en algún sistema gráfico? Para efectos del presente ensayo, nos es más conveniente la segunda opción.

    Para esto podemos concluir que la escritura no fue uno de esos aspectos perdidos de forma generalizada entre los mayas. Ya que, aún cuando se perdiera el sistema que en la prehispanidad se utilizaba, diferentes lenguas mayas siguieron siendo escritas, adoptando y adaptando el sistema latino traído por los hipanos, las lenguas mayas fueron y siguen siendo escritas. Es decir, la literatura maya tiene una tradición de más de 2,000 años.

    Pero, ¿hay libros en lenguas originarias en las bibliotecas del mundo? Isela Xospa dice que sí, en distintas bibliotecas del mundo hay en sus acervos textos escritos en lenguas indígenas. Sin embargo, en las bibliotecas de los pueblos donde se hablan esas lenguas - si es que hay una biblioteca en esos pueblos-, por lo general, no se encuentran esos textos. Esto nos habla de una gran problemática, pues aunque la tradición literaria de las lenguas originarias siga viva, no está llegando a sus hablantes.


Guardianes de la tradición

¿Qué pueden decirnos aquellas cosas escritas en lenguas indígenas? Sin dudarlo, aquellos escritos nos permiten acceder a diferentes discursos, interpretaciones de la realidad, en consecuencia: a una tradición filosófica. Pero sobre todo, nos da la oportunidad de dejarnos interpelar por aquella tradición literaria de más de 2,000 años. Es en esa tradición en donde podemos sistematizar nuestras ideas para poder entender nuestra realidad y tener claridad al momento de querer generar discursos, o bien, desarrollar y/o fortalecer los conocimientos actuales. Y es así, en el rescate y apropiación de la tradición, como un pueblo se enriquece a sí mismo.

    Cabe mencionar que, tras el desciframiento del sistema de escritura prehispánica maya en los años 80, el sistema 
ha sido reintroducido en el área maya por los mismos mayenses. Quizá uno de los primeros pasos para la decolonización o poscolonialismo es el reclamo de esa tradición literaria, astística, gnóstica, filosófica.


¿Conclusiones?

Me he centrado principalmente en la escritura, pero todos los campos del conocimiento merecen su detenimiento. Tanto esos como la escritura deben ser tratados con mejor detalle del que se puede ofrecer aquí. Por ello no quisiera dar un cierre, sino abrir aún más la discusión lanzando una moralina provocativa al lector.

    Los guardianes han sacrificado tanta sangre y sufrimiento, como para que un puñado de ilustrados denosten los conocimientos que guardan, como para ignorarlos, como para no dejarnos interpelar por esa tradición que nos aguardan. Como dice un amigo “si le pudiera pedir algo a los antiguos dioses”: que la soberbia moderna no nos quite la capacidad de escuchar a nuestros clásicos. Abramos más la cuestión, ¿por qué aquellos blandos poscoloniales que festejan el día de las madres traduciendo a su lengua dicho festejo no festejaron y tradujeron a su lengua el Waxak Chuwen, Wajxaqib B’atz, Ocho Alfarero, Ocho Saraguato?, pero sobre todo, ¿cuál es la diferencia entre interpretar una obra de Mozart haciendo un cosplay de la época e interpretarlo dejando que la obra nos hable? Quizá en esa diferencia se encuentre la respuesta a cómo reclamar tal tradición.

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