Por: Joyce Castillo y Monserrat Castro
“Pásele, pásele, tenemos para todos los gustos, tallas y edades”, brota del barullo bajo las rosadas lonas y el esplendor del sol. Avanzamos entre la multitud del tianguis de Fuentes del Valle. Estos comercios son conocidos por la gran variedad de productos que se pueden encontrar en un solo lugar: desde puestos de alimentos frescos, artículos de papelería, hasta ropa y calzado de diferentes modelos, con una gran variedad de tallas, precios y marcas para ofrecer al público.
Las
mujeres meten la mano entre el montón de ropa en busca de un ropaje de su
gusto, miran a detalle cada costura de la prenda y si cumple con los requisitos
que ellas buscan, la ponen sobre su brazo u hombro para apartarla de ser
llevada por alguna otra compradora.
Puesto
de paca en el tianguis de Fuentes del Valle | Foto por Joyce Castillo
La ropa de segunda mano, americana o paca es una forma de vestimenta para los mexicanos, esto debido a que sus bajos precios significan un ahorro para la economía de las familias, pues el costo de una prenda puede ir desde los $30 hasta los $200, situación que no sería fácil de encontrar en centros comerciales.
Entre el ruido de la campana que resuena la señora que vende Bonice y la música regional o urbana que emiten los vendedores para ambientar sus comercios nos acercamos al puesto con el mayor tumulto; a la vista saltaba que el cartel más abarrotado era el de “ropa para dama”, por consiguiente, no había hombres más que los vendedores. Al preguntar a las encargadas sí podrían respondernos algunas preguntas, salió una negación absoluta, a razón de estar laborando… aunque parecían estar desocupadas pues su atención se dirigía a sus celulares. Mientras más permanecíamos ahí las miradas de desaprobación de los empleados crecían; continuamos la travesía.
Sin embargo, encontramos más rechazo, no por arduo trabajo, sino por falta de información —pues trabajo aquí, pero no soy la dueña, no sé más que los precios —dijo como sin querer hablar, una señora alta, delgada, de cabello revuelto y ondulado, el cual mantenía amarrado en un chongo medio alto, cuyo nombre olvidamos preguntar, pues la situación no lo permitió —pero en el puesto de adelante sí hay patrón —pronunció dándonos esperanza. Al retomar el análisis anterior, es curioso que los hombres sean dueños y jefes en un comercio donde el público al que va dirigido es de mujeres.
Llegamos a la tierra prometida, aquí los vendedores nos llevaron con el dueño, el cual mientras desayunaba unas mantecadas con una caja de leche decidió responder nuestras preguntas amablemente, de fondo sus compañeros gritaban, —¡¿por qué te vas con las chavitas?! —De manera coqueta.
Origen de la ropa
Los
mitos no se hacen esperar, si viene de la morgue, es lo que les sobró y ya no
quieren los extranjeros, etc. De acuerdo con Infobae la ropa proviene de los
Estados Unidos, por un lado, la que sobra en los “outlets”; por otro, son las
ventas del “ejército de salvación”, vienen de donaciones para los necesitados o
ventas de garaje.
Ángel Aguilar, el dueño de un puesto de paca presente en diversos sobre ruedas, señala que la ropa la traen de Estados Unidos (sin querer decir de dónde, pues prefiere guardar la confidencialidad para no robarle el negocio). Hacen un pedido, llega en grandes paquetes los cuales almacenan en una bodega y reparten en diferentes tianguis. —Mi jornada inicia a las 6:00 am, nos quedamos de ver en una pensión donde se aborda la camioneta y de ahí partimos a los tianguis. Cada día es un tianguis diferente, hoy que es miércoles nos toca aquí que es el tianguis más lejano para nosotros. Hacemos más o menos una hora de la bodega hasta aquí —explicó.
Pero eso no es lo más difícil, dado que les espera una larga jornada. —Empezamos a levantar aproximadamente a las 3:00 de la tarde, toda la ropa que tú ves se tiene que doblar una por una, así que tardamos más o menos unas 4 horas en recoger el puesto —dice exhausto, viendo toda la ropa a sabiendas del desgaste venidero. —Acabamos a las 7 pm y en lo que llegamos otra vez a la pensión, como a las 8; son unas 14 horas más o menos —destacó.
Los precios: las ganancias
Sobre
el proceso de acomodo mencionó que llegan, descargan, y arman su puesto, —las lonas y los tubos son primero,
las tablas después y al último la reja, que tú ves, con la ropa colgada —señaló. Obviamente todo tiene una razón de ser.
Puesto
de paca en el tianguis de Fuentes del Valle | Foto por Joyce Castillo
El acomodo de la mercancía varía en favor de su calidad y precio, —cuando abrimos las pacas se revisa prenda por prenda; la más sencilla la echamos de 30 pesos, que es esa —señaló el bulto que dice “ropa de dama y caballero $30— y lo más bonito lo colgamos, que puede llegar a ser esa chamarra que es color cremita que te cuesta como $200 —apuntó a la ropa colgada en la reja. Entre las otras tablas estaban ropa para dama, la cual tenía aún más ropa que la de ambos sexos juntos y costaba $50; caballero; niñas y niños; lencería y pijama.
Para decidir el lugar al que corresponde cada prenda observan las marcas, la calidad y los detalles. —Si es una playera muy sencilla, pero que sea de marca, por decir Calvin Klein si te la doy como en $150, tenis igual Adidas, Nike, unos $500 —afirmó. Lo cual es contradictorio pues se supone que entre lo bueno de la paca está dejar de lado lo comercial… pero las marcas si importan. Ángel agregó: —Sí, por la marca se pelean, si me sale una sudadera sucia, pero es de marca de todos modos te la doy cara, a menos que esté rota la doy un poco más barata.
El dueño no quiso decirnos en cuanto compraba la paca, pero sí sus ganancias. —Pues varía, yo soy el encargado y gano aproximadamente $850 al día, más mi desayuno y comida, y los trabajadores normales ganan $500-$550 más su desayuno y comida —destacó. El precio promedio de un paquete de ropa de segunda ronda en $800, al considerar que se vendía la ropa de 5$-10$ las ganancias eran de hasta el 500%, según una investigación realizada por El Financiero en 2017.
¿El sol sale para todos?
Ángel también mencionó que actualmente la gente que más le compra son las jovencitas, —por la pandemia ahorita, las niñas como de unos 20 años, porque revenden por Internet. Ahorita tengo mucha niña que revende —aceptó. Esto lo respaldan algunos sitios de venta en línea.
Por ejemplo, GoTrendier es aplicación para vender ropa, calzado y accesorios de segunda mano. Marine Hirsch, la gerente para la división mexicana aseguró para la revista Forbes que en 2020 lograron vender lo que antes vendían en cuatro, 900 prendas. Por otro lado, en la app Troquer, en la cual se comercia ropa de marca, aumentaron sus ventas en un 200% en mayo de ese mismo año, según informó Vogue México.
Entre las tantas montañas de colores nos encontramos con Samanta, una joven de aproximadamente 20 años, de tez clara, cabello castaño oscuro y ondulado, cerca de los 1.60 de estatura, con medianos tatuajes de mariposas que captan la atención al ver sus brazos.
Ella
prefiere comprar ropa de paca debido a su bajo precio, opina que la venta de
este tipo de ropa es buena, pues es una forma de darle una segunda vida a la
ropa que es desechada y se encuentra en buen estado. Asimismo, el mito sobre la
procedencia de esta clase de prendas no le preocupa o asusta en lo mínimo, pues
revisa las prendas y las lava antes de usarlas.
Con
6 años de comprar en la paca, Samanta paga por la ropa que le gusta, aunque
ella forma parte de las chicas emprendedoras que revenden la ropa de
segunda. Pese a que no tiene un bazar, esto no le impide realizar su negocio,
pues sus ventas son únicamente por Internet mediante la red social Facebook. —Busco ropa bonita y ya… sí veo que
está muy bonita y sé que se va a vender pues lo vendo, sí no pues me lo quedo —destacó.
Como
ella, miles de personas emprenden a través de redes sociales como Facebook e Instagram
en “bazares”, donde cada comerciante le da su propio estilo. Aquí depende del
vendedor, pues algunos solo toman fotos del producto, otros la lavan primero,
zurcen, cambian cierres o botones, lo cual aumenta el valor de las prendas.
De este modo, la Oficina de Textiles y Vestimenta del Departamento de Comercio de Estados Unidos (Otexa, por sus siglas en inglés), entre enero y noviembre del 2020, ese país exportó a México 88.4 toneladas de ropa usada, lo que representó un aumento de 47% en relación con el mismo periodo de 2019.
Lo
cual también ha traído consigo repercusiones negativas. Al entrevistar a Daniel
Sánchez, otro comerciante con un puesto más pequeño y vacío en cuanto a clientela,
recalcó sus casi inexistentes compradores, —pues ahorita ya ha bajado, porque
hay mucha competencia y ya no es la misma calidad que había antes, más que nada
solo nos quedan los clientes que nos siguen de años que ya tenemos aquí.
Esto puede deberse al aumento de vendedores o por los bazares en línea, pues al final resulta
más cómodo ver la mercancía a través de aplicaciones, solo deslizando el dedo.
Puesto
de paca en el tianguis de Fuentes del Valle - Foto por Joyce Castillo
Otro
de los motivos por los cuales se prefiere la ropa de paca y que se ha inducido a comprar en esta clase de comercios es por una razón aún
más relevante, la
concientización acerca de la huella ecológica y el tomar acciones para
reducirla, es decir, darle una segunda vida a la ropa.
Segunda vida
La industria de la moda
puede gastar hasta siete mil 500 litros de agua para producir un par de jeans,
según datos de ONU Ambiente. Esto equivale al líquido que consume una persona
promedio en 10 años. Asimismo asegura que, la
producción de textiles es la segunda industria más contaminante del planeta y
es responsable de 20% de las aguas residuales globales, así como del
8% de las emisiones de carbono a nivel mundial, lo que representa más
de las emisiones producidas por todos los vuelos y envíos marítimos
internacionales juntos.
Además, se calcula que el rubro del vestido utiliza cada año 93 mil millones de metros cúbicos de agua, un volumen suficiente para satisfacer el consumo de este líquido de cinco millones de personas, y que, por si fuera poco, cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, el equivalente a tres millones de barriles de petróleo.
La ONU Medio Ambiente considera que debe promoverse un cambio en las formas de consumo que conlleven al mejor cuidado de la ropa y a considerar programas de reciclaje y devolución de las prendas, así como extender la vida útil de la ropa. Con ello, indica, se lograría reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero que produce la industria de la moda actualmente. Como consecuencia de la “moda rápida”, la ONU asegura que tan solo entre el 2000 y el 2014 la producción de ropa se duplicó, llegando a la elaboración de 100 mil millones de prendas.
Al respecto, ningún cliente nos comentó preferir la paca a la ropa comercial por su impacto ambiental, más bien mencionaron precio, calidad, duración, marcas y tallas. En cambio, los vendedores tuvieron opiniones encontradas al respecto: Ángel dijo tras suspirar, —al contrario, yo diría que contamina más porque, para empezar, es ropa que ya se quedó de allá, de Estados Unidos, que no la quisieron y así la ponen como en bolsas, y pues ahí ya empieza un proceso como un poquito de suciedad. Tiene que cruzar toda la república hasta llegar aquí y se va ensuciando y la ropa que nos llega a quedar, que no se vende, la dejamos, la verdad la dejamos, así en la banqueta. Entonces sí, la verdad, sí contaminamos bastante.
Por
otro lado, Luciano Fernández otro comerciante dijo que sí ayudaba al ambiente, —el reuso de todo es ecológico, ¿por qué?, porque ya no
estás invirtiendo. Mucha de la ropa ya hecha aquí o en otra parte del mundo se
maneja con materiales que no son reutilizables: plásticos, algunas telas o
algunos decolorantes ya no ayudan mucho al medio ambiente y esta es una segunda
alternativa… para un segundo uso.
Todas las tallas
Puesto de paca en el tianguis de Fuentes del Valle - Foto por Joyce Castillo
Los
paqueros cuidan el puesto de esquina a esquina en alerta que nadie se lleve una
prenda sin pagarla. Caminan alrededor y entre los montones de ropa acomodados
en un par de tablas sostenidas por tubos, al igual que el mismo puesto.
Es
de esta forma que la señora Elizabeth Fraustro, una mujer que aparenta
una edad cercana a los 60 años, de cabello corto, maquillada y vestida con una
blusa azul con detalles florales negros y un pantalón del mismo color, busca
entre el montón de prendas algo que le agrade.
Amablemente
aceptó responder unas preguntas; antes de comenzar se arregló el pelo y la
ropa. Para comenzar, preguntamos su opinión sobre la ropa de paca y sin chistar
responde a la pregunta: —como toda molla, hay de calidad, de mala calidad como en
todos los países, pero obviamente sí te dura más, te dura más.
Al cuestionar por qué la prefiere antes que la ropa
comercial, ella nos respondió que es debido a la calidad, además de otra importante razón —no encuentras luego una prenda de aquí, que te gustó, en otro lado, por
ejemplo, como yo, tallas grandes, este... en otro lado son muy antiguas, no son
modernas, y aquí encuentro ropa moderna a mi talla. Así encontramos otro punto
importante, las grandes tiendas comerciales difícilmente contemplan las tallas
grandes.
Implicaciones en la salud
Elizabeth ha comprado en paca la mayor parte de su vida,
consume tanto para su persona, como para sus nietos e hija. Asegura no temer
por los mitos acerca de la procedencia de la ropa de paca, pues ella utiliza
métodos efectivos para desinfectar la ropa. —Bueno… la meto en.… la meto de
entrada en Vel Rosita a remojar… a remojar… a remojar, la saco, la enjuago y ya
luego la empiezo a lavar con otro jabón. Pero sí son como tres lavadas que les
doy. Y nunca he tenido problema de que me contagie de algo, algo, no.
Como Elizabeth, miles de clientes saben que la ropa
americana llega aquí sucia, así que la someten a diferentes tratamientos de
limpieza.
Entre la respuesta de la señora Elizabeth
y a punto de finalizar la breve entrevista, los fuertes gritos de uno de los
vendedores interrumpen la conversación que anteriormente se llevaba a cabo con
un silencio casi absoluto, ambientado únicamente por la música proveniente de
un puesto a la lejanía: “¡pásele, pásele! ¡Pregunte por el puesto de los
feos!”. Se puede escuchar a unos pasos de distancia.
Al
pensar que el vendedor quería evitar que continuáramos las entrevistas hacia
sus clientes, pensamos en dirigirnos a otro puesto en busca de más
información, sin embargo, terminamos por acercarnos hacia el señor y pedirle un
poco de su tiempo para respondernos algunas preguntas.
Luciano
Fernández, hombre de tez morena, cerca de los 1.70 de estatura, con un tono de
voz potente, vestido de playera gris y pantalones de mezclilla deslavados,
accedió sin problema a responder las preguntas que teníamos preparadas.
Su
jornada de trabajo usualmente comienza a las 5:30 de la mañana, pero hay
ocasiones en que tiene que llegar un poco más temprano: 4:00 - 4:30 a.m. Todo
comienza desde que arranca la camioneta hasta que llega a su casa, lo cual no
se realiza en una hora específica, pues la culminación de su día de labor puede
ser entre las 4:00 p.m. hasta las 6:00 p.m. Durante su trabajo realiza
actividades como descargar y cargar la ropa a la camioneta, así como atender a
los clientes.
Una vez más nos atrevemos a preguntar sobre la procedencia
de la ropa, esta vez pensamos que lo conseguiríamos ante la confianza que el
señor Luciano nos transmitió. —Híjole, esos si son puntos que sí no, son un
poco… secretos del estado digamos. No. Sí, ahí sí depende de muchas (circunstancias), cómo puedes conseguirla con los mismos compañeros, ya es
otra clasificación… ahí si ya.
Esa respuesta nos intrigó, por lo que decidimos realizar
más preguntas referentes al mismo punto. Luciano nos respondió que cuando las
prendas se compran con sus compañeros paqueros paga el dinero equivalente a la
mercancía, tal como si entre ellos mismos fuesen sus proveedores: “una clase de
trueque” lo definió. —Es como todo negocio, me entiendes, o sea, el traslado
de un lado a otro sigue siendo monetario para todos.
Al menos en su negocio, el señor Fernández gana un total
de 300 a 600 pesos diarios por persona. Sin embargo, recalca que esta cantidad
depende del esfuerzo de cada quién y del empeño que pongan en el trabajo. —Es
como en todo —agregó mientras atendía a un cliente.
El precio de sus prendas se da con base a
la marca y el detalle que estas tengan: —Hay ropa que viene bien y está
etiquetada y hay ropa un poco más maltratada… suponiendo varios ejemplos. O
como ropa que tenemos a veces colgada que es como más cara. Por si ves a los
compañeros que tiene ropa más con etiqueta y así. —Señaló hacia un puesto de
ropa que se ubica frente a él, pero que, por el contrario, no vende paca—. Esa
es la base para dar el precio en alguna prenda.
Finalmente, Luciano confirma que la mayor
parte de su clientela son del género femenino pues, en sus palabras: —la mujer
es la cabeza de toda la familia y es quien puede comprar una prenda para cada
integrante de la familia: padre, hijos e incluso hasta a los abuelos.
“Aquí la mujer siempre influye bastante y pues peculiarmente… te podría decir que las ventas se hacen… eh... un 60-80% las mujeres y un 20% los hombres”.
Como todo en la vida, hay varios matices, si bien la ropa de paca es más económica y ayuda al ambiente, también es todo el desperdicio de los extranjeros, ropa que llega sucia y puede provocar enfermedades cutáneas. Además, su reventa baja las ventas de los paqueros pioneros. Sin olvidar que al comercializarla se perdió su propósito original, ser para gente de escasos recursos, ya que su alta demanda infla los precios. Al final, las pequeñas acciones de los ciudadanos para cuidar el ambiente no son nada si las grandes industrias siguen produciendo desmesuradamente.
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