Por: Arón Miguel Hernández Martínez
El 11 de noviembre, la Asamblea Popular Nacional de China,
la cual funge como el máximo órgano legislativo en China, aprobó una resolución
la cual permite que puedan ser descalificados los legisladores hongkoneses que
no sean considerados como “auténticos patriotas
leales”.
Esta medida supone que la autoridad de China continental ha
permeado aún más en Hong Kong, pues esta acción permite que cualquiera que se
oponga a la postura del gobierno y sea “secesionista” pueda ser destituido,
perseguido, enjuiciado y encarcelado.
La acción pone sobre la mesa que el gobierno del presidente
Xi Jinping no va a seguir tolerando la disidencia ni la intromisión de las
potencias extranjeras en asuntos que él considera “exclusivos de China”. Debido
a esto, cuatro legisladores hongkoneses han sido descalificados y esto provocó
que otros 15 legisladores prodemocráticos renunciaran.
“Ahora todos los que defendemos la democracia somos
separatistas para Pekín y podemos ser detenidos en cualquier momento",
dice el veterano político y activista hongkonés, Richard Tsoi Yiu-cheong. Aunado a esto se ha manifestado por
varios legisladores y activistas que el
estado de derecho y libertades civiles ha desaparecido con la aplicación de la
resolución y de la Ley de Seguridad Nacional.
Haciendo una breve exposición de que significa la aplicación
de la Ley de Seguridad Nacional, esta menciona que: castiga con cadena perpetua delitos como la secesión, subversión,
terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras, los cuales el gobierno
continental determina.
Estados Unidos no tardó en reaccionar ante estos hechos y
miembros del comité de relaciones exteriores del Senado (Marco Rubio y Jeff
Merkley) han externado que existirán consecuencias por este atentado a la
democracia. Por su parte, el virtual presidente electo, Joe Biden, podría
aumentar la presión y las sanciones por violar y erosionar la democracia de
Hong Kong.
Robert O'Brien, asesor de seguridad nacional de EEUU, dijo este jueves que la medida mostraba que el Partido Comunista Chino
había "violado flagrantemente los compromisos internacionales a los que
estaba obligado".
Otros países democráticos como Alemania, Inglaterra y
Australia han mostrado un rechazo a la decisión tomada por Pekín, por ello
Dominic Raab, secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, dijo que la
destitución de los legisladores a favor de la democracia representaba "un nuevo asalto al alto grado de
autonomía y libertades de Hong Kong" según la declaración conjunta
chino-británica.
El mensaje está claro: Pekín no permitirá que ideas ajenas
al Partido sean un peligro para el mismo, por lo mismo el portavoz del
Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, advirtió a los gobiernos
extranjeros que eviten "interferencias o comentarios sin sentido", denotando
que el principio de "un país, dos
sistemas” ha fracasado definitivamente y que a China no le importa la
democracia occidental.
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