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Las copas no se juegan, se ganan



El futbol mexicano, en cualquiera de sus formatos, volvió hace dos semanas y eso es lo que hay que celebrar -dicho esto en el plano deportivo y no en las condiciones riesgosas por las que el país continúa por la pandemia-. En esta ocasión, la Copa GNP fue la excusa para regresar a los atletas al césped. Una competencia sana entre ocho de las escuadras que conforman a la actual Primera División.

A pesar de que este torneo sirvió como antesala del Apertura 2020, el aficionado no se dio por bien servido en realidad. Volvieron las noches mágicas de esta disciplina pero no la lucidez ni el esplendor con el que se recordaba. La pausa, resultado de la contingencia sanitaria mundial, causó estragos en el funcionamiento de algunos de sus equipos. 

No obstante, es por eso, justamente, que este certamen debería de cobrar mayor importancia. No solo demuestra un espectáculo diferente al que conocíamos, por la cuestión en que no hubo ni habrá aficionados en los duelos, sino que sirve para que algunos de los jugadores, los protagonistas de la acción, vuelvan paulatinamente a las actividades que exigen su alto rendimiento.

Luego de casi cuatro meses sin la liga nacional, esta copa habría de ser el ensayo de lo que podremos observar la próxima semana. La proyección de una nueva modalidad de ver y jugar al balón. Pero, a diferencia de lo visto, el nombre de la clásica ‘copa molera’ ha regresado. Su relevancia se minimiza ante un adjetivo; ya sea para deslegitimar el resultado de los partidos, la participación de los cuadros o para aminorar su propio valor.

Esta muestra gratuita de prueba y error ayuda a los clubes y entrenadores a replantear su formación para el inicio de la campaña. En el caso de Cruz Azul, por ejemplo, conjunto que avanzó invicto a la final, sirvió para foguear a su tercer guardameta, Andrés Gudiño, arquero que, debido a su buena participación en la copa, podría tener mayor oportunidad en el máximo circuito, “en el de a de veras”. 

Aun con el avance de los cementeros, hubo quien reaccionó como Javier Aquino, jugador de Tigres pero con pasado celeste: “Llevan 30 años sin ganar nada”. Más allá de recordar de dónde salió, es importante resaltar que lo comentó como si la descalificación de los felinos significara más para Cruz Azul que para ellos. El campeonato como premio de consolación. 

Esto mismo sucedió luego de que el América quedara eliminado. Sin importar que Chivas inició ganando y que las águilas dieron batalla, parte de lo que se reflejó en redes fue que ese juego no valía por no ser de liga. Como si los Clásicos al no ser de la competencia fuerte, no cobrara relevancia en un torneo amistoso. Así que como Jesús Molina tweeteó ayer: Los clásicos y las copas no se juegan, se ganan.

La detención de la liga fue una medida ajena a ella, así que si hay contiendas que ayudan poco o mucho al balompié mexicano, lo mínimo que habría que hacer es tomarla y jugarla con seriedad. Al final del día, los ocho equipos hubiesen querido ganarla.

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