Lamar, dando una de sus mejores presentaciones en el Hellow Festival. Foto: Gisela Terrazas
Kendrick Lamar, a sus 31 años, se
ha presentado a la Tierra como alguien prolífico. Cuenta ya con un galardón de
suma importancia, el premio Pulitzer y se encuentra en el número uno de las
listas en varios países, los estadios arden en cada una de sus presentaciones,
añadiendo que fue considerado una de las personas más influyentes en el 2016 para
la revista Time. Los críticos,
analistas y fanaticada lo posicionan como una de las voces que llegará a marcar
una generación. La noche de este domingo competirá por llevarse un Grammy más a
su lista de 12 que cuenta; las ocho nominaciones de este año lo elevan a
niveles para sentarse en el trono del mejor rapero de la historia.
El barrio donde nació, o sea,
Compton, en Los Ángeles sirvió como cuna a uno de los grupos míticos del hip
hop, N.W. A, igualmente surgió todo el movimiento West Coast de este condado,
en la década de los noventas sus sonidos eran influenciados por el funk y,
Tupac actuó como representante de toda una costa. Uno de los momentos que
cambiaron la vida de Kendrick fue la grabación de “California Love”, tema
glorificado por el trabajo del mismo Tupac y su semejante, Dr. Dre en 1996. El
deseo de ser como ellos inspiró latentemente a un Lamar de tan sólo 10 años, él
mismo lo afirmó para Genius.
Kung-Fu Kenny,- mote con el que
se le conoce también a Kendrick- no vivió
una infancia fácil, aunque tampoco tuvo fama de ser un adolescente conflictivo.
Sus padres originarios de Chicago se trasladaron a California a finales de los
80, debido a los conflictos de gangster de su padre, Kenny Duckworth. Ante los
ojos de Lamar pasaban tiroteos constantes así como problemáticas de tráfico de
drogas, de allí se marca con fuerza una influencia en cada pista pero
afortunadamente nunca repercutió en su desarrollo de vida privada. De hecho, en
su vida de preparatoria sobresalió como alumno.
La importancia de la familia como motor al ascenso
Los más cercanos a Kendrick lo describían
como un niño brillante pero introvertido. Paula Oliver, madre de él, comentó en
el 2015 para Rolling Stone que
siempre era muy solitario. La mayor
pasión en un principio para la estrella era el baloncesto, hasta que a los 12
años uno de sus profesores lo metió al mundo poético, con lo que se enamoró
consecuentemente.
Una
clave para que Kendrick siguiera en buenos pasos fue el apoyo incondicional de
sus progenitores. En sus primaria era común escuchar que padres de otros
alumnos se encontraban “muertos o tras las rejas”. El contar con padres a la
espera de él en casa siempre “supone una gran diferencia”, así explicó el mismo
Lamar para Vanity Fair en una
entrevista en el año 2017. Una visión
para creer que todo es posible se lo dio tener a una madre y padre, le enseñó
más que nada la lealtad y responsabilidad
A sus 16 años, lanzó su primer mixtape
y después llegó a pisar las tarimas de escenarios californianos donde
participaban unos experimentados raperos como Lil Wayne. Entre el transcurso del 2010 y 2011 sacaba a
la luz dos álbumes: Overly Dedicated y
Section.80, ambas con la ayuda de una discográfica independiente, Top Dawg
Entertainment, empresa con la cual había firmado. Poco a poco era uno de los hombres
a seguir en Estados Unidos. En 2011, la revista XXL, lo colocó en su lista
anual de los mayores prospectos en el universo del rap, hablando específicamente
del Freshman class.
Con tonos de jazz y g-funk inmersos
en el disco Section.80, arribaba la oportunidad
de Kendrick para formar parte de una colaboración con uno de sus modelos a
seguir, Dr. Dre, incluso pudo integrarse a la prestigiosa discografía Aftermath.
Pese a llegar a un ambiente meramente comercial Kendrick no se desprendió de su
toque y en 2012 con la llegada de un nuevo álbum, Good Kid, M.A.A.D City, confirmó
su estrellato. En la lista de canciones se tocaron temáticas que a Lamar lo
habían marcado como un joven único y que se había conflictuado por violencia,
alcoholismo y por las relaciones que mantenía con distintas personas en Compton
durante su infancia.
La mezcla de adversidades, gran
profundidad en su líricas, entre otros componentes catapultaron a Kenny a
vender más de 2 millones de copias; cabe destacar que cuenta con un ritmo
bastante bailable. Afortunadamente, él se ha colocado en una cuerda donde sabe
manejar el equilibrio de dos ingredientes para el éxito garantizado: los buenos
resultados en lo comercial y el reconocimiento crítico. Lo versátil que cuenta
en su ADN lo ha ayudado a colaborar con Rihanna, Maroon 5, U2, por mencionar
algunos.
Una voz incluyente para la comunidad afroamericana
Recientemente, Kung-Fu Kenny, ha
sorprendido a propios y extraños con dos
discos más: To Pimp A Butterfly y Damn. El
primero de ellos se le cataloga como un estilo cercano al jazz, con idas y
vueltas experimentales, mientras que Damn
es más urbano. Lo que cumplen ambas joyas discográficas es describir el día
a día de los afroamericanos en plena actualidad. El discurso de Lamar es el
llamar a un orgullo por pertenecer a esta raza, ya sea enalteciendo su pasado y
presente para poder así cambiar de una vez por todas el racismo; pero dentro de
esta retórica existe el lado escabroso, refiriéndose a los malos tratos de la discriminación,
la recurrente violencia o las drogas que pasan en manos de varios.
Se ha ganado enemigos debido a
sus actos, entre ellos están cadenas conservadoras como Fox News, aunque los
que lo apoyan son una gran cantidad. Uno de sus mayores fans es el exmandatario
del país de las barras y las estrellas, Barack Obama, que en un pasado lo
recibió en la Casa Blanca.
Lo trascendente de su carrera
profesional no tiene nada que ver con su vida personal, se podría decir que es
un enigma muy oculto. Las palabras de su vida no llegan, se nota al tímido
chico de Los Ángeles. Algo conocido es su su relación amorosa que lleva con
Whitney Alford, donde los dos llevan juntos más de 10 años, él comparte siempre
sus momentos con sus seres más queridos, y no tanto con otras celebridades.
Su música llega a todas partes,
las fronteras no existen, su reconocimiento es innegable, los premios
conseguidos lo avalan. Es el único músico que siendo no proveniente del jazz o música
clásica ha logrado alzar sobre sus manos un Pulitzer. Tiene bien colocados los pies sobre la tierra, su pensamiento y hasta apariencia cotidiana lo dan a
entender, y le sobra a leguas una sensibilidad que cualquier artista requiere.
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